Maldita la bruja
que me condenó,
creía puro su corazón.
Pero que sabe
del deber una mujer,
no encontré forma
de librarme,
ni poción, ni
ensalmo, ni rito.
Desde el día en
que ella me maldijo,
el mal pasara de
padre a hijo.
Me traiciono mi
amor
y le pidió a la
luna mi castigo.
El orgulloso
nombre de mi estirpe
quedó por ella
con convertido
en el nombre de
la bestia
que siempre va
conmigo.
Pero antes de
morir la bruja dijo
que me confiaba
un acertijo:
“Busca y encuentra
a tu peor enemigo
mantente firme y
no huyas de él.
El amor es la maldición
que te encadena
y la llave que
te devolverá la libertad”.
Son mi ruina la maldición
y el acertijo
de esta bruja
que amé y no pude desposar.
Combatí en
muchas batallas y vencí
pero no hay
triunfo si no derrota para mí.
A los Wulf que
padezcan por mi culpa,
y a sus hijos
que no serán hombres ni bestias,
les pido
resolver el acertijo
y liberar de la maldición
a nuestra estirpe.
Ivan Wulf
En el año del señor mil setecientos quince.
(Tomado del libro El Amante Maldito)